Maestros con calor humano



 
No existe ningún otro profesional que tenga presencia tan importante y permanente en la vida de los ciudadanos del mundo, como el educador. Nadie, a excepción de algunos familiares, está con sus congéneres un promedio anual de mil horas durante 12 años, contados los ciclos de educación básica, y/o 5 años más de universidad y se le añaden otros cuantos si de especializaciones se trata.

Puede decirse entonces que una cuarta parte de nuestro recorrido por éste planeta lo pasamos junto a un profesor. Si cada habitante del mundo tuviera el acceso a la educación primaria y secundaria, conocería aproximadamente 50 maestros durante este recorrido. Si contara con el privilegio de ingresar a una universidad y realizar algún postgrado, la cifra de profesores podría pasar el centenar.

De ahí que la influencia del educador en el día a día de un estudiante es innegable. Pero también lo es el sistema que hace que este personaje esté ahí en nuestras vidas formándonos con una altísima, buena, regular o pésima calidad.

Pero, independientemente de los factores que permiten un proceso bien estructurado sobre una realidad y visionario respecto a la necesidades individuales y sociales de un país, está la capacidad personal de quien enseña para hacer que cada minuto de su influencia sobre un estudiante, sea verdaderamente prodigioso en el camino del conocimiento, de la fortaleza de la estima y el descubrimiento del poder de creación de cada uno.

Por ello, este mundo necesita maestros más concientes del valor de la sensibilidad humana, para hacer frente a la insensibilidad cada vez más grande de una población que se sumerge en la frialdad que le aporta tanta tecnología.
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Comentarios

Endorfino ha dicho que…
De acuerdo, la sensibilidad que deben representar los educadores de hoy en día, es directamente proporcional a la insensibilidad por parte de todos los ciudadanos...Entonces, por eso es realmente más dificultosa dicha tarea dada la falta de apoyo; pero a no desesperar mis valientes que el camino es largo y falta mucho, aunque avanzamos demasiado, pero no alcanza.