El vendedor de bibliotecas


Hace muchos años, tantos, que aún era niño, llegó a nuestro hogar un vendedor que dijo ofrecía bibliotecas. Junto con su maletín llevaba dos cajas. Mi padre lo hizo seguir y en la sala, junto a nuestra vieja biblioteca de madera llena de libros, el hombre descargó su pesada compañía.

De su portapapeles extrajo unas hojas plastificadas en donde estaban las fotografías de varios modelos de bibliotecas. Esperaba ver muchas atestadas de libros. Pero lo que mostraba era unos estantes de todos los tamaños. Las había altas, bajas, con floreros en medio, portarretratos, relojes, y muchos más adornos. Parecía un escaparate de miscelánea.

La novedad era que esas distintas formas se armaban libremente y siempre con los mismos módulos que extrajo de esas cajas. Eran de color marrón, rectangulares que tenían a sus lados unos ganchos de metal de color amarillo, como si fueran de oro.

Procedió a juntarlos y en unos minutos se levantaba un armazón. Lo alzó muy fácil y lo puso contra una pared. Sin el permiso de nadie, agarró algunos de nuestros libros de la verdadera biblioteca y los puso sobre ese mueble. De igual manera hizo con el gran radio Phillips amarillo y café. Orgulloso nos presentó su obra y dijo que esa biblioteca podría ser del tamaño que cada uno quisiera pues se le podían añadir o quitar piezas.

Además, aconsejó que a mayor número de módulos, más objetos tendríamos posibilidad de exhibir. También, que se podían crear mini “bibliotecas” y ponerlas en varias partes de la casa. Incluso, aseveró, entre más cajas compráramos, cada uno de los integrantes de la familia podría tener su propia “biblioteca”.

Terminada su exposición, mi padre, como era costumbre, carraspeó, se llevó la mano derecha cerrada a la boca, miro su biblioteca y apartando nuevamente la mano le dijo al vendedor: Y si a ese mueble le llama biblioteca, ¿por qué también no la vende con libros?

Ese recuerdo sale de mi memoria, cuando visito hogares en donde no existe siquiera un pequeño mueble con libros. Desafortunadamente, ese vendedor y tantos factores, ya predecían que algún día vendrían unos muebles de demostración del consumismo, que botarían a los que albergaban la inteligencia.. ¡Esas si eran las verdaderas bibliotecas!
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E.Jhonny López A.

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Estoy de acuerdo con el fondo de esta historia. Lástima que la biblioteca familiar haya entrado en agonía porque de allí se formaban potenciales lectores. Me gustó la ironía del mensaje.

Maggy
Unknown ha dicho que…
Esta historia me hace recordar cuando visite a una amiga en su casa. Me contó que estaba preocupada porque sus hijos no se interesaban por la lectura. Y me preguntó: ¿Cómo hago para que mis hijos lean? Dí un vistazo a su casa y le contesté que sería muy difícil lograrlo, porque según veo, en esta casa no hay ningún libro a la vista y menos una biblioteca. ¿Ahora ya sabes por qué a tus hijos no les gusta la lectura?
anahi ha dicho que…
Soy bibliotecaria pública de Piura, y no sé si se han dado cuenta de que según las normas del ministerio de economía las municipalidades pueden construir bibliotecas, llenarlas de estantes, muebles y máquinas (porque todo eso sale del presupuesto de inversión) pero nunca podrán comprar libros, que se consideran, acertadamente creo yo, bienes de consumo. El problema es que los bienes de consumo se financian con el presupuesto operativo, de donde salen los sueldos, el material de limpieza, los servicios, el material de oficina, el combustible, etc., así que ahí nunca hay plata para comprar libros. ¿No estamos cerca del vendedor de la historia?
mirella ha dicho que…
La historia muy motivadora y al mismo tiempo nos invita a reflexionar acerca de la problematiaca existente en que nuestros hijos se acerquen más a alos libros eincluso llegar hacer cosas extremas por conseguirlo .Definitivamente no "No podemos dar de lo que no tenemos "si como padres de familaia, docentes o bibliotecologos no hemos tenido esa experiencia maravillosa con los libros y los frutos que ellos han dejado en nuestra vida ¿ Cómo podemos motivar a los niños a que se acerquen a los libros por puro placer y no por la presión de uana nota ?. Es en realidad un reto para todos aquellos que trabajamos con libros e información de poder trasmitir esa sensación de gustito y placer que se siente por la calidez de tener un libro en nuestras manos .

Mirella
Anónimo ha dicho que…
Hola, el texto me recuerda una historia que cuenta mi esposo que en sus épocas de estudiante vendía libros para ayudarse económicamente. Salía con un maletín cargado de obras y los ofrecía casa por casa, su ganancia estaba en la cantidad (no en la calidad) de los libros que vendiera. Un día una señora pide que le muestre los libros que vendía y decide comprar una enciclopedia de 6 vólumenes de una historia del arte, para entrar en conversación mi esposo le pregunta si era pintora o a ella o a alguien en la flia le interesaba el arte, la respuesta fue "¡No! ¡es justo el espacio que debo llenar en un estante!" Sobran las palabras...
Anónimo ha dicho que…
me gustó, creo ke refleja muy bn too lo ke sta sucediendo hoy en día, la gente está komprando muxos "muebles" ke al final no lo utilizan komo se debe.....los libros han sido reemplazados por la televisión apartando todo tipo de lectura.....
ke pena saberlo y ke sta sucediendo....