Por Jhonny López
Si los lectores apasionados están al día en conocimientos, se desenvuelven con destreza buscando información, contextualizan, son excelentes transmisores de inquietudes y por tanto estimuladores natos de la creatividad, ¿por qué todos ellos no son educadores?
El simple sentido común indica que quien enseña debe, además de contar una experiencia pedagógica, conocer sobre diversos temas y saber como encausar las inquietudes que lógicamente surgen de seres humanos que están en el proceso de aprender.
Y es que no basta con conocer al dedillo determinada materia y ser suficientemente bueno para enseñar, sino se es capaz de relacionar permanentemente toda esa concentración de sabiduría con lo cotidiano que vive el educando, utilizando la lectura como el medio de apoyo más eficaz para la formación.
Hay que buscar que la enseñanza otorgue lecturas compatibles con la realidad del entorno de los escolares.
Es imperioso una constante actualización de la bibliografía literaria que se refiera a situaciones comunes en donde los balones de fútbol sean como frutas y caigan de los árboles, a personajes de los juegos de video que cobren vida para confrontar a sus fanáticos que tan buena es la esencia de esa distracción, a las biografías de los íconos de la música y el baile, pero también a quienes viven la presión de su grupo, en el maltrato, los que han hecho de sus miedos sus fantasmas, los que no pueden y necesitan encontrar a alguien como ellos y que sin saberlo están esperándolos sentados en alguna de la frases de un libro.
Estos son los profesores que necesita con urgencia esta sociedad. Seres que tengan como los mayordomos de los castillos, las llaves de todas las puertas y que sepan y estén dispuestos a abrirlas para entregar un título, un escritor, un personaje, una situación, algo preciso que oriente y que al ser leído, sirva de apoyo al débil equilibrio de quienes hasta ahora van aprendiendo caminar.
Para que la experiencia de ser estudiante sea fructífera y sirva para ir estableciendo inquietudes para proyectos de vida, se requiere que junto con los lectores – profesores, exista todo un proceso de estímulo por parte del Estado y el comercio editorial, con la creación de las facilidades de acceso y capacitación de los educadores al mundo de la bibliografía literaria.
Sólo así, los lectores – profesores podrán formar lectores para todas las profesiones y todos los oficios.
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Comentarios
Por mi parte, es hora de comenzar a hacerlo de manera más explícita.
Gracias por la oportunidad de diálogo.
Ángela Yaneth